RELATO CHINA. TIAGO VALENTE.

Sin duda Tiago Valente es protagonista de una de las entrevistas que siempre recordaré. ¿Por qué? porque la hice en Shanghai, una ciudad muy seca y dura. Una ciudad de vientos y de rápida velocidad. Ciudad de negocios, neones, lujo, pobreza y  poca ternura. Allí la gente no llora y si lo hace es a escondidas…charlando con Tiago acabamos los dos envueltos en lágrimas. Además su sensibilidad y su manera de ver el mundo no me dejaron ni mucho menos indiferente. Le conocí a través de Samanta Falcone, una tremenda mujer y para mi suerte, una maravillosa amiga. Os presento a Tiago Valente, el dueño de un alma muy especial.

Dessislava: ¿Quién es Tiago Valente? Si tuvieses que autodescribirte ¿qué dirías sobre ti mismo?

Tiago: Tiago Valente es como un gato…

D.: ¿Un gatopardo?

T.: Un gato multicolor. Porque Tiago Valente ha tenido y sigue teniendo un montón de vidas en una. También soy muy gatuno cuando me muevo y planeo las cosas.

D.: Vamos a empezar desde el inicio. Naciste en Portugal.

T.: Nací en Portugal y me crié la mayor parte de mi vida en España. Empezamos con las historias de las vidas de Tiago.

D.: Primer capítulo. Actor.

T.: Tiago desde muy jovencito siempre quería expresarse. Y no sabía muy bien de qué manera y de qué forma. Así que  lo primero, siguiendo su intuición, fue la interpretación.

Ya desde muy pequeño empecé a trabajar como modelo de publicidad. Con el tiempo pasé de hacer anuncios a tener papeles pequeños en series de televisión. Hasta que llegó mi primer gran trabajo como protagonista en una serie que se rodaba en Australia, pero de eso hablaremos más adelante.

D.: Vamos a ordenar la línea de tiempo. Estamos en el momento Selectividad.

T.: Yo quería ser cirujano plástico (algo relacionado inconscientemente, de algun modo, con lo que más adelante me dedicaría a hacer, explorando el concepto de identidad).  El caso es que era un desastre en matemáticas y química, a pesar de parecerme aún hoy, ciencias maravillosas.

Yo quería seguir adelante con mis estudios de interpretación, pero mis padres me pusieron como condición estudiar “una carrera universitaria, una carrera de verdad”, así que entré en  empresariales, donde apenas duré una semana.

Hablé con mi padre y finalmente pactamos que entraría en Periodismo, una carrera fantástica y  algo más relacionado con mis intereses de expresión y el relato de historias, aunque en aquel entonces , fuera  a través de un soporte distinto.

D.: ¿Licenciado en periodismo?

T.: Diplomado, porque estando a mitad de carrera, un buen día mi representante me manda un guión de una serie que se coproducía en Australia.

Al leer el guión, en seguida me dí cuenta que aquel papel era para mí. El protagonista se llamaba Antonio y me dije a mi mismo: “yo soy Antonio”.

D.:  Y te fuiste a Australia.

T.: Hice ocho duros castings porque en aquel momento yo no era un actor conocido. Pero al final conseguí el papel. Comenzamos a rodar en España durante un mes y entonces me fui a vivir a  Australia, grabando allí durante cuatro meses. He de decir que con mis diecinueve añitos viví un cuento de hadas maravilloso. Sobre todo porque fue allí donde descubrí el significado del sentimiento de autorrealización. Allí fue donde sentí esa felicidad tan grande de trabajar y ganarse la vida en lo que a uno realmente le apasiona y cuando se divierte haciendo esto. Por primera vez experimenté el sentimiento de libertad e independencia, algo que sentó unas bases sólidas para el resto de mi vida.

Pero yo quería seguir probando cosas. El siguiente campo que quería probar fue el de la moda. Siempre me había fascinado el testimonio social combinado con el delirio creativo de la alta costura, pero en aquel entonces, ser diseñador no era tan cool como se considera ahora, y en una familia tan conservadora como la mía, esta nueva batalla no fue fácil, pero al final, me salí con la mía.

D.: Y te fuiste al IED (Instituto Europeo de Diseño) Madrid.

T.: Estudié durante tres años allí. En el último año de carrera gané el concurso de jóvenes diseñadores del Festival Internacional de Benicasim.Y gracias a esto la colección que presenté tuvo un impacto mediático bastante fuerte.

D.: ¿Cómo se titulaba?

T.: “Collège Saint Antoine eté 1939”. Yo construía colecciones de la misma manera que aprendí construir personajes en los años de interpretación. Todo es muy teatral. Todo tiene un carácter.

Y así empecé con mi propia marca.

D.: ¿Dónde se ubicaba la base?

T.: La base estaba en Madrid pero para minimizar los gastos de producción tuve que pensar en otras fórmulas más asequibles, así que como parte de mi familia vivía en Brasil, allá me fuí, a Sao Paulo a producir mi colección durante 3 meses, y de esta forma sincronizaba igualmente la venta en ambos hemisferios.

D.: Y empieza Tiago Valente.

T.: Tal cual. De hecho la primera colección la patroné yo. La corté yo, El muestrario lo cosí yo. Todo , todito todo.  Y luego ya en la siguiente colección que fue ET DIEU CRÉA LA FEMME ya empecé a montar un pequeño equipo en Brasil.

Fueron tres años muy intensos, trabajando sin descanso alguno y combinados con otros trabajos freelance como escaparatista y estilista, incluyendo mis primeras incursiones en el mundo del arte.

Con toda esta locura de trabajo, un día recibí una llamada del grupo Inditex, estaban interesados en contratarme para trabajar en Zara. Fui a la entrevista, con mucha curiosidad (ya que al haber empezado directamente a trabajar en mi marca, nunca había ido anteriormente a ninguna entrevista de trabajo en moda, así que me intrigaba mucho saber qué tipo de cosas te preguntan en esas entrevistas).

A la semana, el día de mi cumpleaños, me llamaron para decirme que me contrataban.

D.: ¿Te fuiste a La Coruña?

T.: Allí viví cuatro años. Aprendí muchísimo. Pero no es allí donde me veía. Se me quedó un poco pequeño. Porque siempre antes había vivido en ciudades grandes, con ritmo y donde pasan cosas. La Coruña es una ciudad de 200.000 habitantes y no exactamente un epicentro cultural, cosa que yo echaba mucho de menos.

D.: Y ahora estamos en Shanghai que es una ciudad de veintitrés millones.

T.: Sí. Toda la gente que trabajaba para Zara vivía allí. Tu concepto de intimidad se ve bastante limitado. Vas a una playa nudista y aparece tu jefe en pelotas. Algo que de hecho me llegó a pasar (nos reímos). En este momento yo empecé trabajar como coordinador de diseño de la colección que se producía en Asia. Y esto me dio la oportunidad de viajar bastante. Empecé a viajar y a trabajar con India, con China, con Corea. Pero sobre todo con India, que es uno de los lugares más inspiradores y más mágicos del mundo.

D.: Este es el primer toque con Asia. ¿Cómo viniste a Shanghai?

T.: La primera vez que vine a Shanghai por trabajo, me vi viviendo aquí perfectamente. Me acuerdo que lo pensé y se lo comente a mi madre hablando por teléfono desde un restaurante en el Bund. Y mira las cosas en la vida. Un año después un head hunter me contactó y me ofrecieron un puesto como director de diseño de una marca china de textil. Esta propuesta vino justo en el momento en el que yo necesitaba un cambio de vida. Trabajé en la empresa un año y medio. Pero yo seguía teniendo mis inquietudes artísticas y decidí que era el momento de empezar  a “make it happen”.

D.: Por esto a mí me gustaría que hablemos un poco más de tus trabajos artísticos.

T.: Cuando dejé la empresa decidí irme a hacer una expedición a Papúa Nueva Guinea. Siempre había querido hacer un viaje de investigación a esta parte. Fui sólo y conviví con varios grupos tribales. Viví una temporada en el río Sepik, donde vi cosas que me empezaron a marcar muchísimo en mi carrera como artista.

D.: ¿Cómo?

T.: En cada tribu tienen unas construcciones que se llaman “Haus Tambaran”, o “casa de los espíritus”. Allí solo pueden entrar los hombres. Y es allí donde se deciden todas las cosas importantes del grupo. Ellos hacen una ceremonia de iniciación con una especie de cuchillos hechos con bamboo y unos pigmentos naturales. Se hacen unos cortes en la espalda y alrededor de los pezones. Cuando cicatrizan, se crean unas formas que se asemejan a la piel del cocodrilo. Porque en el Sepik, se venera a este animal, uno de los pobladores número 1 de la zona. Después del rito se quedan un mes en el Haus Tambaran para recuperarse. El Haus Tambaran es un mundo dentro de otro mundo. Es una puerta a otra dimensión. Es un concepto que me marcó mucho. Eso y la simbología que encierran las máscaras de cada una de estas tribus, tema que empecé a estudiar con un antropólogo de la Universidad, allí en la capital, Port Moresby, para poder entender más de toda esta simbología.

Después seguí mi viaje hacia las Islas Salomón, y de allí a Fiji.

Fin de mi primera expedición, y sin duda un antes y un después, no solo en mi carrera, sino también en mi vida.

D.: ¿Cuánto tiempo duran estos viajes?

T.: La primera expedición fue casi dos meses. Luego el siguiente año viajé de nuevo a Fiji, y de ahí a Tonga. Mi tercera expedición la realicé a Vanuatu, una de las más increíbles hasta la fecha.

D.: Es allí donde montaste tu obra.

T.: La pieza se llama MONU´IA.

D.: ¿Qué quiere decir?

T.: Es una palabra que viene del idioma Tongano.

Mientras viajaba por Tonga, para ir de una isla a otra, me pilló una tempestad que me obligó a coger un barquito de un pescador, para que me llevase a otro barquito un poco más grande y de ahí finalmente al gran ferry irme. Fue toda una odisea. Cuando por fin embarqué en este barco, una señora que también me ayudó a subir al barco, me miró, me sonrió y me dijo: ”monu´ ia”. Significa “suerte”, “ánimo”… es una palabra muy optimista y muy usada por los tonganos.

Una vez de vuelta en mi estudio en Shanghai, empecé a trabajar en un lienzo a gran formato, pero como la pintura no es lo mío, decidí llevar esta hazaña a cabo, usando material textil, empleando una técnica muy laboriosa y artesanal que había trabajado varias veces antes, en mis tiempos de diseñador de moda. Terminé la obra y mirándola me di cuenta de la referencia, en cuanto a concepto, al Haus Tambarán de Papúa Nueva Guinea, como representación de una puerta a otra dimensión. Dos días antes de irme a mi nueva expedición a Vanuatu, vine al estudio y me puse a mirar la pieza de nuevo. La descolgué, la enrrollé y la metí en mi backpack.

En Vanuatu, conviví con 4 grupos étnicos diferentes, con distintos grados de contacto con la civilización. En cada uno de estos grupos, montaba esta instalación y observaba como reaccionaban estos grupos a este tipo de estímulo artístico, totalmente ajeno a sus valores de juicio crítico, cultural o social. Documenté todo el proceso de mi estudio de campo.

MONU´IA es un espacio que está preparado para estar integrado en cualquier tipo de paisaje Físico, geográfico o emocional de cualquier tipo. El punto en común de todos estos grupos es la espontáneidad de su gran generosidad y ayuda desinteresada. Con todos estos grupos tuve experiencias maravillosas, pero sin duda alguna con el último de ellos, el más primitivo de todos, viví una de las vivencias más increíbles hasta ahora en mi vida. El jefe de la tribu, Yapa, me adoptó, me hizo miembro de la tribu y me dio un nombre. Me emociono cada vez que lo cuento.

D.: ¿Cómo es tu nombre?

T.: Ay, que me emociono. (A Tiago le saltan las lágrimas) Mi nombre es Na Pua.

D.: ¿Qué quiere decir?

T.: Yo estaba allí en un momento en el que era la época seca. Yo le había explicado a Yapa que iba de una isla a otra y llevaba la pieza conmigo. Entonces él miró el cielo y me dijo : “Tu eres Na Pua porque eres como una nube. Porque tú vas y vienes de una isla a otra volando y traes cosas buenas”. Na Pua significa nube. Porque la nube trae el agua y el agua es algo muy apreciado para ellos. Fue maravilloso. (Nos reímos entre lágrimas, emocionados los dos. Tiago me enseña videos de su expedición).

D.: Tu estudio está lleno de máscaras.

T.: Porque exploro identidades. Las estudio, las analizo, creo otras nuevas, y me ayudan a construir otros nuevos seres, otras nuevas realidades, nuevos universos.

D.: Tienen volúmenes muchas veces. Se expanden.

T.: Son explosiones. Lo que hago es congelar explosiones.

D.: Trabajas mucho con madera. ¿Por qué?

T.: Es un material orgánico. Es un material que está vivo y sigue cambiando. Cambia de color, cambia de textura, de flexibilidad. Le afecta la temperatura de la habitación en la que esté. Es un material que sigue mutando. Y esto a mí me fascina. Que  un material siga vivo y en constante cambio, dentro de una obra, me fascina.

D.: También incorporas espejos, reflejos.

T.: Sí.  Sobre todo en la serie llamada “Distonia”. Distonia es un sídrome nervioso que afecta al movimiento de ciertas regiones del cuerpo. En mi caso, cuando brotó, lo hízo en la cara, por eso se llama Distonia facial. Ahora ya está bastante controlado, pero en aquel entonces, llegué a tener hasta agujetas en la cara, debido a los espasmos que producía.

Cuando me diagnosticaron este síndrome, decidí encerrarme en mi estudio para analizarlo al milímetro y así poder entender mejor mi propia enfermedad. Para ello tuve que pasar muchísimas horas delante de un espejo, tomando notas, vídeos, y dibujos de las trayectorias de mis músculos faciales. Te puedo asegurar que cuando te sientas tantas horas delante de un espejo, tu elección del material sin duda alguna se ve bastante afectada por ello. Porque al fin y al cabo son reflejos de mi mismo y de mi propia historia como individuo.

D.: ¿Me puedes explicar el proyecto Please Meat Me?

T.: Es un libro de experiencias multisensoriales. Es un proyecto que consiste en diferentes capítulos. Cada capítulo es una colaboración con un artista y se cuenta de una forma distinta. La base de esta historia es una tribu de caníbales que son criados con la creencia  de que ellos cuando sienten amor verdadero con alguien se lo tienen que comer. Solo en este momento pueden devorar a otra persona. Es una realidad inventada por mí donde exploro tradición, educación, identidad, amor, sentimientos, formas de afecto…

D.: También has colaborado con un coreógrafo.

T.: El primer capítulo que desarrollamos de Please Meat Me fue una pieza perfomativa. Para ello Trabajé con Iker Arrúe, que es un bailarín y coreógrafo contemporáneo maravilloso. Él estaba en Shanghai como artista residente en Swatch por aquel entonces y cuando nos conocimos, en seguida conectamos a muchos niveles. Así que allá nos tiramos, a la aventura, una aventura muy bonita y muy especial. Sabía la historia que quería contar. Quería trabajar con mi cuerpo. Mezclar las esculturas que hago con el movimiento del cuerpo, con el arte del sonido, para el que tuvimos la suerte de contar con el trabajo siempre impecable de Luís Miguel Cobo.

D.: Tocando el tema no puedo no preguntarte por la Teoría Queer y la nueva sexualidad. ¿Existe una sexualidad contemporánea?

T.: Los indivuduos presentados en este performance son eso, individuos.

No son él ni son ella. En la pieza, Iker y yo vamos con el torso desnudo. Somos hombres aquí en este mundo pero en aquel mundo son ellos, son seres.

Yo hablo de conceptos muy abstractos. La educación, el amor, la tradición, entre otros, son conceptos muy abstractos. Cuando se habla de algo que tiene una profundidad tan grande ¿qué importa si son hombres o son mujeres? Eso para mí no es relevante en mis proyectos porque yo hablo de algo mucho más allá.

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