MARTA TATJER
Hay poca gente que tiene la energía de Marta Tatjer. Si le llamas por teléfono lo coge enseguida, si le envias un mail la respuesta llega en menos de cinco minutos. Una mujer tremenda, con tanta personalidad que deja el que está al frente completamente atrapado por su espíritu libre. Yo Dessislava desde hace un año y poco compartí unos cuantos gin tonics con ella y nuestra convesrsación saltaba entre temas tan interesante que no he tenido dudas por elegirla como primera mujer entrevistada en mi proyecto que es crear una colección de la gente más interesante y peculiar que frecuenta el local Ocaña.
Dessislava: ¿Quién es Marta Tatjer?
Marta: ¿Me tengo que describir a mi misma?
D.: Sí.
M.: Soy una agitadora cultural. Estoy orgullosa de ser una de las personas que perteneció al primer Ayuntamiento democrático de Barcelona desde el 77 hasta el 87, fue una época brillante después de tantos años de aburrimiento y de represión, poder formar parte de este nuevo equipo que nos posibilitó reinventar una nueva ciudad abierta y desenfada, recuperando muchas fiestas, pero también apostando por una forma distinta de vivir la ciudad, recuperamos la calle como espacio abierto para disfrutar de la cultura. Me considero una persona muy curiosa, interesada en muchas cosas. Me gusta el arte, la música y la cultura en general… Soy bastante voyeur.
D.: Y si consideras Nueva York el ombligo del mundo, ¿cuál es tu visión sobre Barcelona?
M.: ¿Soy sincera?
D.: Sí, claramente.
M.: Esta pregunta es bastante delicada. Siempre he sido una fan de Barcelona, que ha creído en ella, pero ahora casi estoy por decirte que contra Franco se vivía mejor, como dice mi amigo Quique Pí de la Serra. En la época franquista, Cataluña ya estaba posicionada culturalmente a nivel internacional. Ahora nos quieren hacer creer los políticos, que la gente nos descubrió gracias a los Juegos Olímpicos, y en parte sí, los Juegos han ayudado muchísimo a nivel turístico y a nivel comercial. Ha habido una gran operación de marketing, de imagen y de presencia, pero mucho antes de esto, en el año 85, cuando viajé a Nueva York, recuerdo que 7 artistas catalanes estaban exponiendo allí a la vez, entre ellos Frederic Amat, Jaume Torres, Miralda y otros que no recuerdo. Si hablamos de las grandes compañías de teatro, El LLiure, Els Joglars, La Fura dels Baus, Els Comediants, no se crearon a partir de la democracia. La compañía La Fura dels Baus que nos representa con mucho orgullo, estos jóvenes ya estaban trabajando en el año 75, al igual que otros muchos, La Claca y seguiría. Con esto quiero decir, que después de haber participado en el momento de la explosión cultural, a finales de los 70 y de haber demostrado Barcelona la capacidad que tenía para ser pionera de muchos actos, encuentros o festivales, con el paso del tiempo compruebo que, todo aquel movimiento hecho conjuntamente con los artistas y secundado desde las instituciones, ha dado paso al momento actual, donde todo vuelve a estar muy encorsetado. Faltan nuevas ideas, falta riesgo, faltan propuestas mucho más abiertas.
D.: Eres una artista de la vida.
M.: Totalmente. Me encanta viajar, es una de mis pasiones, conocer gente…
D.: Tienes una estrecha conexión con la ciudad de Nueva York, frecuentemente estás allí.
M.: A pesar de que no domino el idioma, Nueva York me sorprendió porque a nivel cultural es verdaderamente el ombligo del mundo. Es una ciudad donde toda la gente que está allá trabajando y/o estudiando tiene un objetivo o un sueño personal. La sociedad neoyorquina la conforma gente ambiciosa.Creo que ser ambicioso, es algo muy positivo. Antes, los de mi generación no eramos ambiciosos, me refiero a la generación de mayo del 68. Nuestras prioridades eran principalmente las libertades. Libertad de expresión, libertad sexual, derecho al aborto, al divorcio y derecho a voto. Insisto, en Nueva York todavía ahora hay una gran energía y las personas saben que en este país el “american dream” es posible. ¡Y lo es!
D.: Me hablas sobre la libertad de tu generación….¿Cómo viviste la libertad sexual y la libertad de vuestras ideas? Sé que eres muy amiga de Nazario, de Alejandro, de Ocaña cuando estaba vivo.
M.: A esta generación nuestra, que estamos entre los 60 y los 70 años, nos tocó vivir muchos años de franquismo, una época gris y falta de libertades como ya he comentado antes. Para combatirlo estábamos cada día en la calle. Salíamos a la calle a favor del amor libre, a favor de la libertad de expresión, de la libertad sexual y de la autonomía. Líderes fueron revistas como El Vibora donde Nazario era uno de los grandes dibujantes, que nos liberaba de muchas ataduras y corsés… Todos nos alimentábamos de esta gente tan valiente y pionera. Te puedo hablar también del músico Carlos Santos que en el año 77 se paseaba por las Ramblas tocando el piano.
Mientras él tocaba, una chica desnuda trabajaba con su cuerpo y serpenteaba encima de su piano. Barcelona era transgresora a pesar de las muchísimas dificultades. Hasta que un día llegó la democracia y con ella el gran momento de Barcelona. Este momento sí que fue maravilloso poderlo vivir, pues fueron unos años intensos, llenos de ilusión, de energía y también de creatividad, donde todo lo que hacíamos, era por primera vez… ¡qué años y qué recuerdos! Construimos una nueva forma de vivir la ciudad. Ahora en el año 2014, creo que Barcelona se ha convertido en un parque temático para la tercera edad. Antes esta definición no la usaban muchas personas, pero día a día va calando en la gente. Barcelona ha descubierto el gran lujo, el turismo…, explotamos una buena metereología, la preciosa arquitectura, limpias playas…, pero cada día es más aburrida y somos muchos los que opinamos así.
D.: ¿Y la noche de Barcelona?
M.: Ahí sí que no puedo opinar como antes. Antes todos trabajábamos mucho, pero todas las manifestaciones y actos culturales se cocían de noche. Teníamos nuestro trabajo, nuestros despachos, nuestras responsabilidades, trabajábamos mucho… pero después por la noche, era cuando preparábamos todas esas manifestaciones culturales.
D.: ¿Qué era tu trabajo? ¿Qué hacías exactamente?
M.: Yo tengo una formación en Bellas Artes. Por eso soy un poco diletante en todo.
D.: ¿Estudiaste Bellas Artes en Sant Jordi?
M.: No, en la Massana. Sin ser experta en nada, Barcelona me dio la posibilidad de poder dedicarme en alma y vida a la gestión cultural. Desde inventarme las Fiestas de la Mercé (que es de lo que más orgullosa estoy) hasta rediseñar el festival de teatro del Grec y organizar las primeras manifestaciones culturales en Barcelona, los bailes en el Moll de la Fusta con cien mil personas, las verbenas de Sant Joan en Montjuïc con 100.000 personas, el correfoc, los carnavales y muchos actos más.
D.: ¿Tienes alguna galería de arte que suelas visitar en Barcelona? ¿Dónde consumes arte en Barcelona?
M.: Siempre he sido amiga de los artistas y también de los galeristas, pero tengo más relación personal con los creadores. Por eso voy de estudio en estudio y de casa en casa. Cuando hacía las Fiestas de la Mercé fui pionera en incorporar el mundo de la pintura a la cultura popular. Desde el año 77, los carteles de las fiestas de cada año se los pedía a un artista consagrado y también a los jóvenes valores, que con el tiempo se han convertido en grandes artistas. Han pasado desde Ràfols Casamada, Brossa, hasta Guinovart, pero también dando posibilidades de presentar a artistas menos conocidos en aquél momento, como Perico Pastor, Mariscal, Agustí Puig, Robert Llimós, Guerrero Medina. Los primeros diez años de la Mercé fueron los que yo dirigí y los artistas plásticos eran mi mano derecha. Los carteles se los pedía a grandes artistas y a ellos también les gustaba esta forma de incorporarse a la fiesta.
D.: ¿Cómo recuerdas a Ocaña?
M.: Eramos muy amigos, me encantaba su vestuario, su sombrero de bombín y sus zapatones. Le daba lo mismo pasearse con un mantón que con una mantilla: era único. Era cariñoso, parlanchín y muy trabajador. Era el rey del barrio, todo el mundo le conocía y era el más querido por todos. En toda esa época era un lujo poder ver a esos gamberros haciendo lo que hacían por las Ramblas. Eran un soplo de libertad y de alegría, un grupo de amigos venidos de distintos puntos de España, donde los andaluces llevaban la voz cantante, pues Ocaña, Nazario y Alejandro son de ahí. Él siempre se quejaba de que no se le reconociera como artista plástico. Ayudó a su popularidad la película de Ventura Pons “Retrat intermitent”, gran documento sobre el personaje y su obra. ¡Debe verse!
D.: Pero él unos años antes de fallecer ya estaba en ese camino de dar más importancia a su obra que a su personaje.
M.: Tuve la suerte de poder ayudarle a hacer su exposición en el Pati de la Santa Creu en el año 82, enfrente de la Escuela Massana. Aprovechando que estaba en el Ayuntamiento y era amiga de él, fui varias veces a su casa con mi jefe de aquella época, Joan Anton Benach, para que viera y entendiera su trabajo, su vida, su estudio, las representaciones de sí mismo como en un templo, sus vírgenes, su mundo… Él nos recibió con la música de los himnos de la Pastora y la Asunción, creo que en aquél ambiente tan auténtico nadie podría quedar indiferente y así fue como hizo su gran exposición.
D.: ¿De qué año estamos hablando?
M.: Esto fue en mayo del 82, sólo podía ser en primavera una explosión de color, flores y ángeles que inundaron el barrio. Fue una de las exposiciones más visitadas. Hicimos una procesión desde su casa con los angelitos, las vírgenes, los niños del barrio, los vecinos y cómo no, con todos los amigos y la música y los himnos de sus dos vírgenes. Fue una gran fiesta toda la exposición. A Ocaña le ayudó a ser más conocido y respetado como artista, que es lo que era.
D.: Hablando de templos, ¿cuál es tu templo personal?
M.: El mar. Yo soy mar. He nacido en Barcelona. En la Barcelona de finales de los 70, la playa era muy cutre, con cantidad de cascotes que impedía correr por la orilla del mar. Yo corría con zapatillas de baloncesto altas para protegerme los tobillos, esto sí que ha mejorado, y mucho. Tenían también cierto morbo los baños orientales, único sitio donde te podías desnudar para tomar el sol. Luego, con los juegos Olímpicos, llegarons los 5 kms de playa desde el barrio del Somorrostro hacia el Forum, la cual paseo todos los días y me baño. Soy de las que me baño casi todo el año.
D.: ¿Dónde vives en Barcelona?
M.: Cómo no, vivo cerca del mar, en la Villa Olímpica, un espacio amplio, tranquilo y al ladito del mar.
D.: Yo te digo, como estudiante de Bellas Artes, que en la Facultad de Sant Jordi la gente tiene mentalidad de fracasada. Yo me desanimo solo pisando la entrada de una Facultad que debería estar llena de gente rebelde y transgresora.
M.: Es lo que te comentaba antes, que la ciudad y los políticos deben apostar más por los jóvenes y por lo nuevo, no ir a buscar siempre a los consagrados. Deben facilitarles el acceso a la cultura, más viajes, más becas, más intercambios culturales con otras instituciones de todo el mundo, trabajos conjuntos y dinámicas conjuntas, que es lo que más enriquece.
D.: ¿Qué lees Marta?
M.: Todo. (Se ríe). Depende del momento. Cuando voy de viaje me preparo libros con un poco de la historia del país, todos los que me recomiendan, libros de autores amigos y amigas. Soy curiosa, soy la típica que, cuando está en una reunión, me hablan de un libro y me lo leo. Ahora estoy releyendo un libro de mil páginas sobre la historia de la Nueva York, desde sus inicios hasta hoy, para recrear el ambiente y saborear rincones que son casi míos. Ahora tengo en mi agenda dos nuevos libros pendientes que voy a comprar: el del juez Santiago Vidal “Los 7 pecados de la justicia” (ya te diré qué me ha parecido) y el último de Wyoming.
D.: ¿Y de cine?
M.: Ahora, como estoy jubilada y esta ciudad no me motiva para hacer grandes cosas, pues lo que hago es ir muy a menudo al cine.
D.: ¿Tienes algún cine favorito en la ciudad?
M.: Tengo la suerte de tener al lago de mi casa quince salas en versión original y cuando me ven me saludan.
D.: A mí me pasa lo mismo en la Filmoteca.
M.: También la Filmoteca, claro. Donde puedes recorrer y ver un Fellini, por ejemplo, que no has visto en cuarenta años.
D.: ¿Qué te parece el local Ocaña? Te pregunto esto aunque tú has hecho la inauguración y tú eres Ocaña.
M.: De entrada siempre agradeceré a Joaquima (la propietaria del local) que se ha acordado y se ha atrevido a poner el nombre de Ocaña. Solamente poner el nombre de este gran artista y de este gran barcelonés es el mejor homenaje que se le puede hacer. Ni una plaza, ni una calle. Un bar abierto a todo el mundo. ¿El Ocaña qué es? No es la estética de Ocaña, pero es Ocaña de espíritu. Por espíritu es abierto a todas las edades, a todas las culturas, y si había alguien a quien le gustaban todas las culturas y se mezclaba con todo el mundo, ése era Ocaña. Este espíritu está en el Ocaña. Tú te puedes encontrar con un cochecito con unos papás y su bebé, que es un coñazo, pero allí están y también te puedes encontrar con gente super sofisticada en una noche loca con una música lo más de lo más, con estos nombres tan raros que ahora utilizáis. A mí me suena tan distinto y transgresor que siento que aquí está el espíritu de Ocaña.